Sunday, July 19, 2009

PETROQUIMICA - TORMENTA 2009

En innumerables ocasiones hemos escuchado al jefe de la revolución bolivariana decir que nuestro país, dentro del nuevo esquema socialista, está dando pasos firmes para pronto convertirse en una potencia petroquímica a nivel mundial. ¿Qué más no quisiéramos todos los venezolanos que esta visión pudiera realmente concretarse? Sin embargo analizaremos en profundidad la situación real por la que atraviesa este sector de la economía nacional y el futuro que le espera, con la finalidad de ponderar objetivamente este planteamiento que ha venido haciendo durante los últimos años el Jefe de Estado.
A mediados de 2008, el gobierno nacional anunció con bombos y platillos la puesta en marcha de un plan a gran escala que contemplaba la inversión de unos 20 mil millones de dólares para acometerse antes del año 2013, que transformaría a Venezuela en un gigante petroquímico. La razón de esta importante inversión era que, según los expertos del régimen, el país aprovechaba sólo el dos por ciento de su capacidad para explotar los derivados del petróleo entre esos los petroquímicos. También, en esa misma oportunidad, el mandatario nacional señaló que en un período menor de cinco años, Venezuela pasaría a ser el principal productor de fertilizantes, plásticos y polímeros en toda América Latina.
Asimismo, destacó los beneficios que traerían estos 52 proyectos y los 36 planes de explotación de materia prima para la población, pues con ellos se generarían unos 600 mil nuevos puestos de trabajo en los cuales se emplearía la nueva fuerza joven laboral venezolana recién egresando o aún estudiando ansiosos de formar parte de los procesos industriales y productivos del país. No ha ocurrido nada
De este anunció hace ya más de un año, apenas se ha invertido en el sector petroquímico venezolano algo más de 100 millones de dólares, lo cual constituye una clara e inequívoca evidencia de la incapacidad de llevar a cabo un plan de esta magnitud y de su inviabilidad per se con las premisas establecidas.
A pesar de lo anterior, pareciera que los diferentes voceros del sector energético del gobierno no cesan en su afán de mentirle al pueblo venezolano. Hace apenas algunos días, el Presidente de Pequiven, Saúl Ameliach, anunció que pese a las dificultades económicas que había generado la crisis mundial, la cual según el presidente Chávez no afectaría a nuestro país, los planes delineados durante 2008 para la industria petroquímica nacional seguirían inalterados.
Y es tan adversa la situación por la que atraviesa la industria petroquímica de Venezuela que en los próximos meses se prevén despidos masivos de personal y un notorio desmejoramiento de los beneficios socio económicos de sus empleados, tal cual como ha ocurrido en Pdvsa. Entonces, cabe hacerse una pregunta, ¿Si Pequiven ni siquiera puede mantener su nómina de trabajadores, cómo es posible que pueda llevar a cabo una inversión de más de 20.000 millones de dólares en los próximos años? La respuesta no es complicada. Simplemente, no podrá ejecutar el tan ansiado plan de desarrollo del polo petroquímico nacional.
El problema de la deudaPara enturbiar más el asunto, se estima que la deuda de Pequiven con sus distintas empresas contratistas a nivel nacional, en la actualidad asciende a más de 5.000 millones de dólares, es decir equivalente al 25% aproximadamente del plan de inversiones que pretende llevar a cabo esta empresa durante los próximos 5 años. Por otra parte y según lo establece la memoria y cuenta de la empresa correspondiente al año 2008, los pasivos de Pequiven revelan un aumento de 587% en la deuda financiera contratada dentro del país. Al cierre de 2007, la petroquímica tenía un endeudamiento con instituciones bancarias del país por 59,1 millones de bolívares fuertes y a término del año 2008, esa obligación se elevó a 405,9 millones de bolívares fuertes.
Los pasivos laboralesDe este mismo informe se desprende también que Pequiven arrastra un vertiginoso crecimiento de su deuda laboral conformada por: gastos de retenciones al personal por ser enterados en caja, acumulaciones de prestaciones sociales del personal activo por pagar y pensiones correspondientes a jubilaciones, por lo cual su obligación laboral se elevó en 100 millones de bolívares fuertes durante el año 2008 y a su cierre ese pasivo con los trabajadores de la empresa alcanzaba la nada despreciable cantidad de 259,5 millones de bolívares fuertes, con una marcada tendencia a seguir incrementándose durante 2009.
Como consecuencia de esta cruda realidad y, conociendo perfectamente que el gobierno nacional no puede cancelar dicha deuda a los contratistas de Pequiven, la Asamblea Nacional aprobó la Ley para el Desarrollo de las Actividades Petroquímicas, Carboquímicas y Fosfoquímicas, cuyo objetivo oculto es generar un respiradero que le permita a Pequiven evadir la enorme deuda que tiene con las empresas contratistas del sector y que con toda seguridad, su desenlace se reflejará en la expropiación de dichas empresas.
Esta nueva arma política a la disposición del gobierno le reservará al Estado la actividad básica e intermedia, las obras, bienes e instalaciones que requiera el manejo del sector petroquímico nacional. Por medio de esta ley Pequiven ejercerá el control accionario al disponer del 50% o más de la totalidad de las acciones en dichas empresas.
Ahora nos basta esperar cuantas empresas serán expropiadas en el marco de esta ley, y cuál será el futuro que esta nueva vorágine estatizadota les depara a los trabajadores de estas empresas. La respuesta no es distante de lo que actualmente les sucede a los ex trabajadores de las empresas contratistas de sector petrolero, a quienes les fue prometida su inserción laboral inmediata dentro de Pdvsa hace ya más de un mes y a la fecha, ni siquiera 30% de esos 8.000 trabajadores cuentan con una plaza de empleo fija en la estatal petrolera.
Observamos que la crisis del sector petroquímico nacional también se ha propagado a la industria química nacional, principalmente por el injustificado retraso en la entrega de divisas a las distintas empresas de este ramo. En promedio, este retraso se ubica alrededor de 4 meses, lo cual ha obligado a la mayoría de estas empresas a producir con sus propios inventarios y comenzar a transitar un acelerado proceso de descapitalización que eventualmente se traducirá en su cierre.
Es conveniente advertir que la gran mayoría de las empresas que hoy día atraviesan este calvario financiero producen desde materiales utilizados en la elaboración de detergentes, pinturas, artículos de aseo personal, medicinas, calzados y textiles y requieren entre 2.000 y 2.500 millones de dólares anuales para asegurar un adecuado funcionamiento y poder atender oportunamente las crecientes demandas de la población venezolana.
No obstante, según ha sido señalado por algunos empresarios del sector químico nacional, aproximadamente 35% de los productos que las empresas del sector químico nacional fabrican son utilizados como insumos directos en el resto de las industrias del país, por lo que los efectos del control de precios en rubros como alimentos, medicinas y vestido también imposibilitan sus compras en el exterior con dólar no oficial, por la sencilla razón de que los costos no podrían en ningún caso ser trasladados a los consumidores finales.
Hemos sido testigos de cómo los voceros del gobierno que gravitan en el sector energético atribuyen como razón primordial del desplome de la industria petroquímica venezolana a la baja de los precios del petróleo en los mercados internacionales, como si ello fuera la causa y no su propia incompetencia para administrar el caudal de recursos financieros jamás recibido por gobierno alguno en nuestra historia.

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